¡Salvamos a la Dama!

Así comenzó el día:

 

Y así terminó:

 

Éstos son los caballeros que fueron a rescatar a la dama:

 

 

Caballeros en busca de la Dama prisionera on PhotoPeach



         Cuando llegamos, vino a recibirnos el caballero triste. Que ni era el Greco, ni El caballero de la mano en el pecho, ni D. Quijote, ni Cervantes... Era bastante más joven y sin barba.

 

Aprovechamos para asaltarle con nuestras dudas.

 

 

Nos dijo que si veíamos a la bruja teníamos que gritar para que todos estuviéramos en alerta. Y si veíamos a su dama, diéramos palmas.

 

Nos pusimos nuestros disfraces de caballeros para asustar a la bruja.

 

 

Como necesitábamos energía para lo que nos deparaba la mañana, hicimos primero un alto para desayunar.

 

Nos dispusimos a subir hacia la entrada de la fortaleza y casi llegando a la puerta... ¡Alguien dio la voz de alarma! ¡La bruja apareció! Los primeros se dieron la vuelta corriendo hacia el lado opuesto de dónde nos dirigíamos. No puedo dejar de reírme cada vez que lo recuerdo. Si les llegamos a dejar ¡se suben de nuevo al autobús! Y por cierto vuestros hijos/as, en situaciones de peligro, no corren, ¡vuelan! En un suelo empedrado fue la mejor opción.

 

Lo curioso es que algunos llevaban espadas hechas en casa y durante el desayuno, se les escuchaba comentar que les tirarían piedras, patadas, la matarían... que no la temían para nada...

 

 

Al ver la estampida, la bruja nos pidió que esperáramos, que se había arrepentido y era una bruja buena. Pero que se le había olvidado dónde había encerrado a la dama. Así que nuestra misión era ayudarla a encontrarla. A cambio nos desvelaría los secretos del castillo, los escondites más ocultos, su casa, dónde guardaba sus pócimas mágicas. Nos contaría, dónde escondía a su dragón e historias vividas.

 

 

 

En búsqueda de la Dama on PhotoPeach


    La bruja cree recordar que la escondió por aquí cerca... si la llamamos todos juntos bien fuerte, a lo mejor nos oye...

 

 

 

¡Habíamos cumplido nuestra misión! Todos/as estábamos muy contentos. Habíamos sido los protagonistas de un cuento en el que éramos una parte muy importante.

 

 

En el fondo se despedían el caballero y la dama de nosotros.

 

La iglesia por dentro.

 

Suelos con sorpresa.

 

La dama agradecida.

 

Naïa, no podía de dejar escapar la oportunidad de hablar con ella y contarle muuuuchas cosas.

 

Nos vamos felices después de haber cumplido nuestra promesa.