viernes, 10 de febrero de 2012

Caja del tesoro superada

     Como os dije, la lista era la solución para recordar todos los objetos. Aunque los primeros días, cuando teníamos un ratito para dedicarle al tesoro, era más atrayente jugar con lo que había. Así que se nos pasaba el tiempo y no había hecho nada para recordar su contenido. Al final de la mañana les preguntaba. ¿Y vuestra lista? ay, solo pensar que llegaría el día y no se lo sabrían le estresaba a alguno como a Ángel, que llorando le contó a su madre que no había escrito la lista...


    Me lo tomé sin prisas, los observaba:

    Me encantó cuando me dijeron si podían sacarlo todo de la caja para poderlo contar, disfruté viendo las clasificaciones que hacían para organizarse, me quedé más ancha que estrecha cuando utilizaban cantidades superiores a las que viene en la programación de la editorial del cole...

      Pero cierto día, ¡llegó la seño Lucía con una carta para los toros! ¡Nosotros! No podíamos creerlo, era una invitación para ver una exposición del Tiranosaurus Rex en el Parque de las Ciencias. Allí les tendríamos qué había en la caja del tesoro, el 8 de Febrero como nos pedía en la primera carta. Y podían venir madres y padres. Era increíble lo que nos estaba pasando.

    Eso sí, hubo un dato que cambió nuestras listas considerablemente, teníamos que saber cuántas cosas había diferentes. Es decir, no valía contar todas las caretas, porque había rosas, verdes... Así que tuvimos que darle nombre a cada objeto diferente para diferenciarlo y contarlo por separado.

   Así que nos pusimos a escribirle a los padres y madres una autorización, para ver si nos dejaban ir y si alguno de ellos quería acompañarnos.

      Sólo tenían la idea de lo que ponía en la carta, porque se la había leído, pero en ningún momento les dicté lo que tenían que poner. Resumieron qué era lo importante de aquella misiva y cómo se lo explicaríamos por escrito a nuestra familia. De hecho cada autorización es diferente.


      Un día antes, por pocas nos pilla el toro y vamos sin lista. Rápido y corriendo montamos el rincón de la caja del tesoro, con una ficha en la que dibujé una caja y dentro haríamos la lista para llevársela al paleontólogo.

      Algunos organizaron su lista por objetos, todas las caretas juntas: 3 caretas rosas, 3 amarillas... Otros iban apuntando según iban cogiendo objetos iguales, otros no apuntaron todos... el caso es que se esforzaron por conseguir tan ansiado premio. Volvieron a escribir con un fin, utilizaron el número, las cualidades de los diferentes objetos...


     El día de la excursión no podían abrir más los ojos ni la boca, cuando vino una paleontóloga a hacernos fotos y a interesarse por nosotros. Y no se podían creer cuando llegamos al taller de las huellas del pasado y conocimos, no a un paleontólogo, si no a ¡dos paleontólogas! Nos preguntaron por el tesoro y entre todos les contamos.

 Por  supuesto, fué PRUEBA SUPERADA.
    

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